Saint Francis de Sales College

Colegio de San Francisco de Sales , De manera inmediata al establecimiento de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, hacia las dos primeras décadas del siglo XVIII, los padres filipenses se empeñaron en hacer una labor educativa intensa entre los niños y jovenes del lugar, impartiendo a los primeros clases de lectura, escritura y doctrina cristiana, a los segundos, cátedra de latín, artes y estudios mayores (gramática, retórica, teología, filosofía y escolástica). El quehacer educativo cobró buenos resultados en la población a tal grado, que hubo la necesidad de formalizar la fundación, para que pudiesen asistir no sólo colegiales vecinos de la villa de San Miguel el Grande, sino también los de las jurisdicciones vecinas., La licencia real se concedió hacia 1753, sin embargo, habría que referir la presión ejercida por quienes tomaron la iniciativa de esta fundación desde la década de 1730, al formar gruesos expedientes que fueron llevados ante distintas instancias civiles y eclesiásticas, con el fin de argumentar la utilidad que tendría el dicho colegio para esta región. Los primeros esfuerzos constructivos también se hicieron notar, cuando hacia 1738, los oratorianos invirtieron los primeros donativos graciosos de sus benefactores en la compra de una casa cercana al templo, a la fábrica de cimientos anexos y de algunas paredes “enrasadas”. , Hacia el año de 1766, el colegio funcionaba con una nómina importante de catedráticos, entre ellos Juan Benito Díaz de Gamarra, un importante teólogo y filósofo zamorano, formado en el colegio jesuita de San Ildefonso, quien propuso una reforma al plan de estudios del colegio salesiano, inaugurando una cátedra de filosofía moderna, que defendía los principios del racionalismo cartesiano. Durante su vida académica, Gamarra produjo varios textos: “Errores del entendimiento humano”, “Musa Americana” y “Academias Filosóficas”, entre muchos otros. , Conocimientos y análisis que recibían en las aulas cerca de 30 alumnos, originarios de San Miguel el Grande, San Felipe, Valle de San Francisco, Guanajuato, Irapuato, La Piedad, e incluso de lugares tan lejanos como Mérida. Entre ellos podemos mencionar a José de Cuesta, Domingo y Miguel de Unzaga, José Castilblanque, Antonio Lartundo, José María Lanzagorta y Jose Andrés Carranco. Los colegiales pagaban de estancia entre 12 y y 300 pesos anuales, según las condiciones que hubiesen ingresado; algunos se mantenían notables caudales familiares, y en su ausencia, gracias a los finaciamentos que provenían de algún benefactor. De acuerdo a las contribuciones anuales, los alumnos podían gozar de una dieta alimenticia basada en chocolate, pan, carnero, manteca, legumbres, pollo y semillas, e incluso de zapatos y los servicios de un enfermero, boticario o médico. , De la década de 1760, datan las interesantes constituciones que reglamentaron el ingreso, la vida cotidiana, académica y religiosa del colegio; entre las cuales se consideraban las pruebas de limpieza de sangre y legitimidad. Lo cual reservó la entrada a este espacio académico para las elites españolas peninsulares y criollas, así como a los caciques indígenas que presentaron una información detallada de su linaje. , Los colegiales se organizaron en cuatro grandes grupos: gramáticos, retóricos, filósofos y teólogos. En congruencia, utilizaban sus uniformes formados en mantos de paño azul “turqui” obscuro, en los que se distinguían por el lado izquierdo, de acuerdo a la especialidad de su formación, las “vecas” o escudos; encarnados (gramáticos), azules (retóricos), verdes (filósofos) y blancos (teólogos), completaba el atuendo un bonete de picos cortos forrado en paño negro de primera calidad. , Debido a los conflictos generados por el movimiento de independencia, el colegio cerró sus puertas. Sus instalaciones, fueron utilizadas como prisión de los españoles aprehendidos en el pueblo de Dolores y la villa de San Miguel el Grande el día 16 de septiembre de 1810. Hacia 1827, el congreso del estado de Guanajuato emitió un decreto para que el colegio continuase su labor educativa, apoyando además la restauración del inmueble. La congregación del Oratorio estuvo a cargo del colegio hasta los últimos años del siglo XIX y probablemente en las primeras décadas del siglo XX. Hacia el año de 1949, David Alfaro Siqueiros utilizó un tiempo sus instalaciones para reorganizar la Escuela de Bellas Artes de San Miguel. , Fuentes: , Archivo General de Indias, Sevilla, Escribanía, 209 A. , Archivo General de Indias, Sevilla; México, 445. , Archivo General de la Nación, Reales Cédulas Originales, Vol. 73, Exp. 32. , Archivo General de la Nación, Reales Cédulas Originales, Vol. 161, Exp. 239. , Archivo Manuel Castañeda, Casa de Morelos, Diocesano, Gobierno, Visitas, Informes, Siglo XVIII, San Miguel el Grande, Año de 1766, 0215, C. 504, Exp. 66. , Malo Miguel, San Miguel Allende, México, INAH, 1963. , Investigación: Graciela Cruz López,